Símbolo claro de la crisis y la estampida de lo precios, los almacenes de barrio han visto desembarcar en sus mostradores a las tarjetas de crédito. La plata no alcanza hasta fin de mes, enfatiza Fernando Savore, presidente de la Federación de almaceneros de la provincia de Buenos Aires.

“El formato de compras y de pago va cambiando mes a mes. El año pasado nosotros ya decíamos que el 15 es fin de mes para mucha gente, el 15 se acabó la plata. ¿Con qué autoridad podemos referenciar esto? Porque uno lo ve en el formato de pago -acota el dirigente-.

En la primera quincena el cliente paga con su plata en efectivo, débito, código QR o transferencia, pero después del 15 uno empieza a ver, sorprendido, la aparición de la tarjeta de crédito. La familia argentina utilizaba el crédito para comprar vestimenta, calzado o para hacer un viaje o para una compra quincenal en un hipermercado. Nosotros no manejábamos ese formato porque las compras en los almacenes son más del día a día. Pero digamos que ahora vemos que por ahí viene un cliente y compra cinco artículos: fideos, jabón en polvo, lavandina y dos alimentos más que suman $3.000 y nos da la tarjeta de crédito. Y lo que evaluamos nosotros es que si están pagando con una tarjeta de crédito es porque literalmente su dinero en el banco y en el bolsillo se terminó. Por otro lado, yo tengo 39 años de comerciante y soy hijo de almacenero. No me voy a olvidar de las libretas de fiado de mi papá.

Con esa experiencia, advierte un empeoramiento de la situación.

Nosotros ya no nos podemos aventurar, por un tema comercial y económico, a dar un fiado mensual. No quiere decir que alguien puede pasar por mi negocio y ver que yo tengo un cuaderno en el cual registro las ventas a clientes, laburantes y jubiladas, que por ahí vienen y me dicen: “Che, me faltan cuatro días para cobrar. ¿No me aguantás que después te pago?” ¡Y cómo no lo vas a aguantar si es el cliente que nos da de comer durante todo el año! Es el vecino, es el amigo. Después cumplen. Pero tampoco podemos darles un fiado grande porque la inflación nos come el capital.

¿Qué nivel de remarcación están recibiendo en las listas?

Es tan dinámica y tan agresiva la inflación que estamos viviendo los argentinos, que es tremendo. Una caja de arroz Gallo de caja roja, de grano grande, valía $450. No es un artículo que tenga una alta rotación, pasó a ser un producto premium, la gente no lo compra tanto. Pero me quedaban dos cajas y fui al mayorista a reponer. Lo tuve que pagar a $470 y yo lo vendía a $450. La inflación en un mes me comió la rentabilidad y además tuve que poner plata del bolsillo. Esto nos viene pasando con toda la mercadería. La dinámica de la inflación es demasiado agresiva. Recuerdo cuando se hablaba que iba a salir el billete de $1.000. Estábamos preocupados porque había que tener billetes para darle cambio al cliente. En poco tiempo ya no vale nada. Y es el billete de mayor valor que tenemos.

¿Estaría haciendo falta un billete de mayor nominalidad?

Sí. Un detalle: nosotros recibimos en forma directa la gaseosa de primera marca que empieza con C. Esta empresa ya mandó un mensaje en la ciudad de Berisso diciendo que no bajarán los pedidos si no les pagan con billetes de máxima denominación. Un pedido de esta gaseosa pueden representar $25.000 y los camioneros no quieren saber nada, y tienen razón, de que uno les de $25.000 en billetes de 100. Antes de la pandemia un negocio de proximidad operaba en un 30% con dinero virtual y el 70% con dinero físico. Eso ya cambió. Hoy sólo el 30% es dinero físico. El tema es que todas las operaciones bancarias tienen una demora para que se acredite y, además, un costo. Uno entiende y se tiene que adaptar.

Los almaceneros quedaron al margen del esquema de Precios Justos. ¿Por qué?

Esa fue una de las cosas más feas que nos pasó. Tuvimos varias reuniones en la Secretaría de Comercio hablando de este formato con el secretario. Lo único que le pedíamos, porque ya lo vivimos, es que el mayorista nos diera una lista para saber a cuánto teníamos que pagar los productos que tenían un precio congelado para el consumidor. El 80% de la mercadería se la compramos a los mayoristas, pero los mayoristas no entraron, no quisieron compartir su rentabilidad. Literalmente nos quedamos afuera. El Gobierno ahora hace campañas marquetineras para beneficiar al hipermercado y no al comercio en su totalidad. Pero el hipermercado representa sólo el 30% de la venta de alimentos en el país. El otro 70% no tiene Precios Justos.

FUENTE: https://www.laprensa.com.ar/